martes, 4 de noviembre de 2008

La psicología profunda de Carl Gustav Jung. Por Gonzalo Cuello

El presente trabajo es la culminación de una indagación sobre el pensamiento del psicólogo Carl Gustav Jung que tuvo lugar a partir de un intento de vincular la psicología profunda con la obra del filósofo Friederich Nietzsche para el curso de taller del presente año. Partiendo del interés por la obra de este último terminé indagando acerca de la psicología analítica o transpersonal de Jung, de hecho concentrándome fundamentalmente en el psicólogo suizo que analizó profusamente la obra nietzscheana y la controversial personalidad de su autor, dictando durante cinco años un seminario sobre su obra “Así habló Zarathustra”. Sin embargo, con la intención de presentar un trabajo más concerniente a lo que tiene que ver con la formación en psicología, me decidí a tratar algunos aspectos de la teoría junguiana.

Nietzsche fue un filósofo irracionalista y vitalista, cuya obra fuera particular objeto de la atención de Jung, especialmente tras su ruptura con Freud, quien negó en varias ocasiones cualquier vínculo que pudiera haber entre la génesis de sus teorías y los postulados del filósofo. Simplemente negó haber leído sus obras, dando lugar a una controversia con varias contradicciones.

Para Jung la conciencia no es continua, sino que es discontinua, intermitente. Afirma que lo que nos permite creer en la continuidad de la conciencia es la ligazón de los recuerdos que nos proveen de la ilusión de tener una continuidad en nuestra conciencia. Con esto quiere decir que la conciencia está constantemente sometida a los avatares del inconsciente. Contrapone a esto la idea de que todo lo inconsciente es un estado constante, perpetuo y duradero, que se perpetúa a sí mismo de generación en generación a través de la trascendencia del “inconsciente colectivo” que supone la constitución heredada, filogenética de nuestro psiquismo. [1]

Según es citado por Lucy Huskinson[2], Nietzsche va en la misma dirección en lo que tiene que ver con esta concepción de la continuidad de la especie, afirmando que “he descubierto para mi mismo que el pasado animal y humano, de hecho toda la era primitiva y el pasado de todos los seres sensibles continúa en mi para inventar, para amar, para odiar y para inferir”.[3]

Jung afirma respecto al inconsciente que “se puede demostrar que teje perpetuamente un vasto sueño que, imperturbable, sigue su camino por debajo de la conciencia, emergiendo a veces durante la noche en un sueño”[4]. Respecto a ésta configuración del psiquismo Jung asegura, en contra de la opinión de Freud, que todo lo inconsciente está excluido de tal forma de la conciencia de modo tal que es respecto de ésta un contenido que nunca ha formado parte de la conciencia y que no es directamente asequible por la misma. Freud sostiene que lo inconsciente está constituido por reminiscencias de recuerdos reprimidos que alguna vez fueron conscientes antes de sucumbir a la represión, pero como es de esperar de su discípulo este insiste en que el núcleo de la esencia humana yace sobre bases aún más misteriosas, sobre imágenes totalmente inaccesibles a nuestra percepción. Es así que Jung lleva más lejos la idea de la psicología del inconsciente en cuanto psicología profunda, una perspectiva similar a la de Friederich Nietzsche en su forma de concebir la esencia de la vida humana como la expresión de las fuerzas más incognoscibles, abismales y misteriosas. Algo sería inconciente cuando no existiera puente o asociación que el objeto en cuestión con el yo. Esto va en certera sintonía con la personalidad de la obra de Jung, que de cierta forma parece mostrar fascinación por lo oculto y lo esotérico.

Los contenidos del inconsciente los divide en tres clases, los que son asequibles, los mediatamente asequibles y los inasequibles. Los contenidos inconscientes asequibles son aquellos de los que se podría tener conciencia, aunque generalmente permanecen en el inconsciente. Van desde las simples percepciones de la posición de nuestro cuerpo en el espacio, los gestos hasta los recuerdos que han caído en el olvido sin estar ocultos bajo el dominio de la represión. Los contenidos mediatamente asequibles son aquellos que necesitan de la mediación del esfuerzo prolongado o algún apoyo para poder ser llevados a la conciencia. Por último, aquellos que son inasequibles son probablemente los más numerosos, que incluyen las mociones e imágenes que forman parte constitutiva del inconsciente sin nunca haber tendido un puente con el yo y entre los recuerdos, especialmente los de la infancia temprana que han caído bajo el manto de la represión.

Con respecto a la conciencia, lo relaciona con lo que tiene que ver con la exterioridad, definiendo el “ser conciente” como el percibirse y reconocerse en el mundo exterior, a sí mismo en el ambiente. Jung se refiere a ella como un órgano y se trata de una relación psíquica con un “hecho central”: el Yo. Éste último sería una “magnitud sumamente compleja”[5] constituida por una condensación y un amontonamiento de datos y sensaciones que constituyen una identidad y una capacidad de dar lugar a los procesos que les ordenan en todo lo que es el psiquismo de nuestra personalidad. Supone una gran masa de recuerdos y lo que tiene que ver con la ubicación en el presente: la percepción de la posición que ubica el cuerpo en el espacio y el estado afectivo. La conciencia sería una capa superficial que yace sobre el inconsciente, un órgano para orientarnos en el tiempo y en el espacio, así como también para percibir todo lo que nos rodea en cuanto asequible a nuestros sentidos. Algo sumamente extraño fue que Jung hablara de la localización neuroanatómica de la conciencia, afirmando que estaría localizada “en los hemisferios cerebrales”, y que el resto de la psique no estaría presente en los hemisferios cerebrales sino en otro lugar. Afirma que la psique es todo el cuerpo y que su “centro, filogenéticamente, no estaba en la cabeza, sino en el vientre, en su amasijo de ganglios”[6].

Para Jung la relación conciente-inconsciente es más que la simple dinámica de un flujo de energía, sino que se trata de un par dialéctico de opuestos que forjan al individuo como un reflejo de todo lo que la humanidad ha sido. Afirma que en el inconsciente de cada individuo hay rastros de todo lo que ha sido el ser humano, dejando vestigios de la historia en su constitución individual.

La idea más destacada del trabajo de Jung, y probablemente la más renombrada, es la del inconsciente colectivo y la de las imágenes que forman parte del mismo, los denominados ‘arquetipos’.

El inconsciente colectivo sería una capa de la psiquis que coincide con lo humano más allá de toda noción o momento histórico, nada humano le es ajeno. Habría sido un concepto develado a través del análisis comparativo de las mitologías, las religiones, las fábulas folclóricas y la reproducción de patrones allí vistos en las experiencias y elaboraciones personales. De esta forma resulta que el inconsciente colectivo trasciende todo lo que es el inconsciente personal, que se ve influenciado bajo la esfera de acción del primero.

Los arquetipos serían las estructuras que componen el inconsciente colectivo, patrones de contenidos y vivencias que se repiten de generación en generación y que encuentran su máxima vía de expresión en los sueños respecto de la experiencia individual. Estas estructuras son independientes de un aquí y un ahora, son el reflejo de la constitución filogenética del ser humano.



[1] Con el término “filogenético” se refiere a todo lo que tiene que ver con la herencia de la especie humana de generación en generación desde tiempos ancestrales, se trata de un término que proviene de la disciplina que estudia el origen de las especies a través de lo que sería el árbol genealógico de las mismas, a partir de su origen evolutivo.

[2] Huskinson, L. (2004) “Nietzsche and Jung. The whole self in the union of oposites” Nueva York: Ed. Brunner-Routledge

[3] Nietzsche, F. (1997) “Daybrake” Nueva York: Ed. Brunner-Routledge. Citado en: Huskinson, L. (2004) “Nietzsche and Jung. The whole self in the union of oposites”

[4] Jung, C. (1969) “Los complejos y el inconsciente” Madrid: Ed. Alianza

[5] ídem

[6] ídem


Bibliografía


Huskinson, L. (2004) “Nietzsche and Jung. The whole self in the union of oposites” Nueva York: Ed.
Brunner-Routledge

Jung, C. (1936) “El yo y lo inconsciente” Barcelona: Ed. Luis Miracle

Jung, C. (1969) “Los complejos y el inconsciente” Madrid: Ed. Alianza

Jung, C. (1961) “Teoría del psicoanálisis” Barcelona: Ed. Plaza y Janés




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