viernes, 14 de noviembre de 2008

La construcción del yo


“Cuanto mejor analicemos los diversos niveles en juego, mejor lograremos distinguir lo que debe distinguirse”…[1]
El motivo de este breve adelanto teórico, refleja mi interés de indagar en un complejo universo en que el psicoanálisis se me presenta como un espacio amplio de líneas, de teorizaciones, explicaciones para pensarme desde el momento de mi autoformación. Una perspectiva en que el lugar del otro, la imagen, el lenguaje, el narcisismo, el ideal, son la “forma” en que ese “Yo” que concebimos como integro dado que “vemos” su dimensión material en un cuerpo; permite vislumbrar a Lacan, que eso que concebimos como “YO” se despliega en un campo en que lo imaginario y lo simbólico son sus universos constitutivos, haciendo de éste una ilusión.
Inicialmente el ser humano percibe una imagen de si mismo en que su cuerpo y sus funciones son incompletas,. Una herida narcisista; un yo que se construye, y quizás nunca llegara a consumarse como el sujeto desea…
El sujeto es pensado en lacan; desde la construcción del yo como resultado de la imagen especular; el reflejo de si mismo.
“…Debo situarme ante mi espejo en como tratando de encontrar las bases desde las cuales soy consiente de mi existencia? Pensarlo de esta forma nos introduce en un registro no puedo decir real sino material de lo que el sujeto a través de su cuerpo comienza a entender. Comienza a entender lo que él es; su yo…”[2]

En su origen el yo(je) es imaginario, especular, .de imagen,. de espejo ,.de libido sometida a la dialéctica del objeto...un primer momento del narcisismo en Freud…Hay una carga especifica narcisista como imagen del yo..si el yo es sede del narcisismo y éste no existe desde el comienzo de la vida..que debe pasar para que emerja? Con su estadio del espejo, lacan encontró una respuesta.
Desde un primer momento el ser humano, en sus primeros meses de vida percibe desde un campo netamente visual que su propia imagen se refleja en el afuera, se identifica con una imagen que esta por fuera de si. Lacan denomina “lo imaginario” al registro en que tiene lugar esta identificación.
“Este acto, en efecto, lejos de agotarse, en el control, una vez adquirido, de la inanidad de la imagen, rebota enseguida en el niño en una serie de gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual a la realidad que reproduce, o sea con su propio cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él.”[3]

El niño es cautivado por la imagen, real en el espejo o simplemente la de otro niño, lo que genera que desde el comienzo mismo de la vida, el ser humano se encuentra atrapado en una imagen que le es ajena, provocándole que adopte una forma de manifestarse fundada por la expresión del deseo de otro niño... el yo es sometido a una suerte de alienación esencial en que la identidad queda por fuera de uno mismo donde la personalidad puede constituirse fuera del cuerpo, en una compleja red social..
Si el narcisismo gira entorno de la relación de uno mismo con su imagen, esto muestra que incluye una dimensión simbólica, una identificación simbólica con un elemento significante… Lacan lo denomina identificación con el ideal; ideal que subyace en un núcleo inconsciente, conformado por lo que el sujeto escucha hablar;, sus padres le dirán ...quizás su madre: “tienes los ojos de tu abuela”..ó “te pareces mucho a tu papá”…Estos son pronunciamientos simbólicos, sitúan al niño en un universo simbólico. El niño está ligado a su imagen por nombres y palabras…Dice Lacan:” la identidad del niño depende de de cómo asuma las palabras de sus padres (…).cómo el sujeto realiza lo que sus progenitores han profetizado para el”.
Para Lacan, el “yo ideal”, es la imagen que el sujeto asume, y el “Ideal del yo”, es el elemento simbólico que otorga a cada cual su sitio y le indica el punto desde el cual es mirado por los demás....
Digamos que lo simbólico permite dar un enlace al sujeto, el cual se haya identificado con un elemento ideal imaginario; le da una base, una estructura.
La relación con la imagen será estructurada por el lenguaje...” mi relación conmigo misma se constituye “desde afuera”.” Aprendo quién soy porque otros me lo dicen”...Las imágenes están atrapadas en una compleja red simbólica que maniobra con ellas las combina y organiza sus relaciones…
En esta construcción imaginaria del yo ,los registros fundamentales de la realidad humana, lo real lo simbólico y lo imaginario, para lacan, se juegan desde antes del nacimiento… lo simbólico; el lenguaje, la palabra .lenguaje que expresa el inconsciente, inconsciente como estructura del lenguaje...y un yo que se va estructurando desde lo que escucha, lo que le dicen“…
La palabra puede expresar el ser del sujeto, pero, hasta cierto punto,
nunca lo logra”…”La palabra plena es la que apunta, la que forma la verdad tal y como ella se establece en el reconocimiento del uno por el otro. La palabra plena es la palabra que hace acto. Tras su emergencia uno de los sujetos ya no es el que era antes.”[4]
La palabra ocupa un lugar esencial , a priori al nacimiento .. ya , cuando los progenitores establecen una relación aunque imaginaria con el niño, eligen su nombre, le hablan , no lo ven pero saben que esta ahí, el viene imbuido por el deseo y la necesidad del otro…una necesidad, un registro de poder significante y significado. Es decir lo que le palabra es y lo que no es, situando al sujeto mas allá de la cosa, lo que representa y da sentido a su yo.
Y lo real?
Lo real es lo imposible dice lacan…no existe una realidad desprovista de sentido, y este es el ingrediente fundamental de su inexistencia. Los objetos, las cosas, existen y tienen sentido para nosotros según lo que veo, lo que percibo, de que manera y que es lo que veo de acuerdo a una óptica subjetiva; lo real y lo no real se enlazan en un nivel simbólico.
“Si el sujeto no comienza a integrarse acerca de lo que es y lo que no es, entonces no hay razón alguna para que haya algo verdadero y algo falso, ni para que mas allá haya realidad y apariencia.”[5]

Mariana Ferreyra
CI: 4.123.997-7
[1] “La función creadora de la palabra”. Seminario 1.Clase 9
[2] “La pregunta histérica” .Seminario 3.Clase 12
[3]“ El estadio del espejo como formador de la función del yo (je)
tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” J. Lacan

[4] J.Lacan.”Sobre el narcisismo”.Seminario1.Clase 9
[5] Seminario 1, clase 13 “la báscula del deseo”

martes, 4 de noviembre de 2008

La psicología profunda de Carl Gustav Jung. Por Gonzalo Cuello

El presente trabajo es la culminación de una indagación sobre el pensamiento del psicólogo Carl Gustav Jung que tuvo lugar a partir de un intento de vincular la psicología profunda con la obra del filósofo Friederich Nietzsche para el curso de taller del presente año. Partiendo del interés por la obra de este último terminé indagando acerca de la psicología analítica o transpersonal de Jung, de hecho concentrándome fundamentalmente en el psicólogo suizo que analizó profusamente la obra nietzscheana y la controversial personalidad de su autor, dictando durante cinco años un seminario sobre su obra “Así habló Zarathustra”. Sin embargo, con la intención de presentar un trabajo más concerniente a lo que tiene que ver con la formación en psicología, me decidí a tratar algunos aspectos de la teoría junguiana.

Nietzsche fue un filósofo irracionalista y vitalista, cuya obra fuera particular objeto de la atención de Jung, especialmente tras su ruptura con Freud, quien negó en varias ocasiones cualquier vínculo que pudiera haber entre la génesis de sus teorías y los postulados del filósofo. Simplemente negó haber leído sus obras, dando lugar a una controversia con varias contradicciones.

Para Jung la conciencia no es continua, sino que es discontinua, intermitente. Afirma que lo que nos permite creer en la continuidad de la conciencia es la ligazón de los recuerdos que nos proveen de la ilusión de tener una continuidad en nuestra conciencia. Con esto quiere decir que la conciencia está constantemente sometida a los avatares del inconsciente. Contrapone a esto la idea de que todo lo inconsciente es un estado constante, perpetuo y duradero, que se perpetúa a sí mismo de generación en generación a través de la trascendencia del “inconsciente colectivo” que supone la constitución heredada, filogenética de nuestro psiquismo. [1]

Según es citado por Lucy Huskinson[2], Nietzsche va en la misma dirección en lo que tiene que ver con esta concepción de la continuidad de la especie, afirmando que “he descubierto para mi mismo que el pasado animal y humano, de hecho toda la era primitiva y el pasado de todos los seres sensibles continúa en mi para inventar, para amar, para odiar y para inferir”.[3]

Jung afirma respecto al inconsciente que “se puede demostrar que teje perpetuamente un vasto sueño que, imperturbable, sigue su camino por debajo de la conciencia, emergiendo a veces durante la noche en un sueño”[4]. Respecto a ésta configuración del psiquismo Jung asegura, en contra de la opinión de Freud, que todo lo inconsciente está excluido de tal forma de la conciencia de modo tal que es respecto de ésta un contenido que nunca ha formado parte de la conciencia y que no es directamente asequible por la misma. Freud sostiene que lo inconsciente está constituido por reminiscencias de recuerdos reprimidos que alguna vez fueron conscientes antes de sucumbir a la represión, pero como es de esperar de su discípulo este insiste en que el núcleo de la esencia humana yace sobre bases aún más misteriosas, sobre imágenes totalmente inaccesibles a nuestra percepción. Es así que Jung lleva más lejos la idea de la psicología del inconsciente en cuanto psicología profunda, una perspectiva similar a la de Friederich Nietzsche en su forma de concebir la esencia de la vida humana como la expresión de las fuerzas más incognoscibles, abismales y misteriosas. Algo sería inconciente cuando no existiera puente o asociación que el objeto en cuestión con el yo. Esto va en certera sintonía con la personalidad de la obra de Jung, que de cierta forma parece mostrar fascinación por lo oculto y lo esotérico.

Los contenidos del inconsciente los divide en tres clases, los que son asequibles, los mediatamente asequibles y los inasequibles. Los contenidos inconscientes asequibles son aquellos de los que se podría tener conciencia, aunque generalmente permanecen en el inconsciente. Van desde las simples percepciones de la posición de nuestro cuerpo en el espacio, los gestos hasta los recuerdos que han caído en el olvido sin estar ocultos bajo el dominio de la represión. Los contenidos mediatamente asequibles son aquellos que necesitan de la mediación del esfuerzo prolongado o algún apoyo para poder ser llevados a la conciencia. Por último, aquellos que son inasequibles son probablemente los más numerosos, que incluyen las mociones e imágenes que forman parte constitutiva del inconsciente sin nunca haber tendido un puente con el yo y entre los recuerdos, especialmente los de la infancia temprana que han caído bajo el manto de la represión.

Con respecto a la conciencia, lo relaciona con lo que tiene que ver con la exterioridad, definiendo el “ser conciente” como el percibirse y reconocerse en el mundo exterior, a sí mismo en el ambiente. Jung se refiere a ella como un órgano y se trata de una relación psíquica con un “hecho central”: el Yo. Éste último sería una “magnitud sumamente compleja”[5] constituida por una condensación y un amontonamiento de datos y sensaciones que constituyen una identidad y una capacidad de dar lugar a los procesos que les ordenan en todo lo que es el psiquismo de nuestra personalidad. Supone una gran masa de recuerdos y lo que tiene que ver con la ubicación en el presente: la percepción de la posición que ubica el cuerpo en el espacio y el estado afectivo. La conciencia sería una capa superficial que yace sobre el inconsciente, un órgano para orientarnos en el tiempo y en el espacio, así como también para percibir todo lo que nos rodea en cuanto asequible a nuestros sentidos. Algo sumamente extraño fue que Jung hablara de la localización neuroanatómica de la conciencia, afirmando que estaría localizada “en los hemisferios cerebrales”, y que el resto de la psique no estaría presente en los hemisferios cerebrales sino en otro lugar. Afirma que la psique es todo el cuerpo y que su “centro, filogenéticamente, no estaba en la cabeza, sino en el vientre, en su amasijo de ganglios”[6].

Para Jung la relación conciente-inconsciente es más que la simple dinámica de un flujo de energía, sino que se trata de un par dialéctico de opuestos que forjan al individuo como un reflejo de todo lo que la humanidad ha sido. Afirma que en el inconsciente de cada individuo hay rastros de todo lo que ha sido el ser humano, dejando vestigios de la historia en su constitución individual.

La idea más destacada del trabajo de Jung, y probablemente la más renombrada, es la del inconsciente colectivo y la de las imágenes que forman parte del mismo, los denominados ‘arquetipos’.

El inconsciente colectivo sería una capa de la psiquis que coincide con lo humano más allá de toda noción o momento histórico, nada humano le es ajeno. Habría sido un concepto develado a través del análisis comparativo de las mitologías, las religiones, las fábulas folclóricas y la reproducción de patrones allí vistos en las experiencias y elaboraciones personales. De esta forma resulta que el inconsciente colectivo trasciende todo lo que es el inconsciente personal, que se ve influenciado bajo la esfera de acción del primero.

Los arquetipos serían las estructuras que componen el inconsciente colectivo, patrones de contenidos y vivencias que se repiten de generación en generación y que encuentran su máxima vía de expresión en los sueños respecto de la experiencia individual. Estas estructuras son independientes de un aquí y un ahora, son el reflejo de la constitución filogenética del ser humano.



[1] Con el término “filogenético” se refiere a todo lo que tiene que ver con la herencia de la especie humana de generación en generación desde tiempos ancestrales, se trata de un término que proviene de la disciplina que estudia el origen de las especies a través de lo que sería el árbol genealógico de las mismas, a partir de su origen evolutivo.

[2] Huskinson, L. (2004) “Nietzsche and Jung. The whole self in the union of oposites” Nueva York: Ed. Brunner-Routledge

[3] Nietzsche, F. (1997) “Daybrake” Nueva York: Ed. Brunner-Routledge. Citado en: Huskinson, L. (2004) “Nietzsche and Jung. The whole self in the union of oposites”

[4] Jung, C. (1969) “Los complejos y el inconsciente” Madrid: Ed. Alianza

[5] ídem

[6] ídem


Bibliografía


Huskinson, L. (2004) “Nietzsche and Jung. The whole self in the union of oposites” Nueva York: Ed.
Brunner-Routledge

Jung, C. (1936) “El yo y lo inconsciente” Barcelona: Ed. Luis Miracle

Jung, C. (1969) “Los complejos y el inconsciente” Madrid: Ed. Alianza

Jung, C. (1961) “Teoría del psicoanálisis” Barcelona: Ed. Plaza y Janés